In short, Otaku Journalism is not just what I do. It’s a way of life for anyone who is passionate about something and has that undeniable itch to share it.
(En resumen, el periodismo otaku no es sólo lo que hago. Es una forma de vida para cualquier persona que es un apasionado de algo y tiene las innegables ganas de compartirlo.)
La pregunta, y saber dónde estás.
Si someto el título de mi entrada al rigor de la definición, podrían mandarme al carajo y decirme de forma tajante que:
«No existe el periodismo otaku en México.»
Sin embargo, así como su título implica mi creencia de que una práctica cercana a eso existe en el medio animanga, la periodista estadounidense Lauren Rae Orsini le da un sentido en su artículo «Why you might already be an otaku journalist?» al hacerla parte de «The New New Journalism» («el nuevo nuevo periodismo»), expresión de su colega Robert S. Boynton que recopila las tendencias actuales del periodismo donde las redes sociales y los blogs son la vanguardia en su práctica.
Pero así de tonto puede leerse mi entrada como estúpido podría ser el que te topes aquí con una comparación entre sitios estadounidenses y latinos sobre el tema. Aunque lo anterior no evita disfrutar una igualdad cuando valoramos la información de cualquier parte del mundo sobre un tema específico —uno de los beneficios de la globalización—, para la región donde estamos y su particular situación es todavía necesario plantear varias cuestiones:
¿Existe el ejercicio periodístico en el fandom animanga?
Si es así, ¿podemos definirla?
¿Quienes la han puesto en práctica antes y ahora?
¿Dónde. La. Cagamos.?
A pesar de que algunos aseguraban que la explosión del «periodismo otaku» se dio hasta hace algunos años, la historia demuestra no solo lo contrario, dejando manifiesta diversas conductas que otros autores (con menos o más pesimismo que yo) exploran y concluyen con razones que provocan a la más mínima mención sobre tal existencia del oficio informativo en México y en nuestro fandom, «como una cagadera de risa descomunal que ante propios y extraños, los deja con la cara de ‘WHY?'».
Un vistazo a la historia: Los fanzines y la internet.
En los años 90 del siglo pasado solo había dos formas (tres si incluimos la Internet y cuatro con la compra de revistas importadas) para mantenerte al día con el naciente medio animanga: La televisión abierta y los fanzines, estos últimos, cumpliendo una labor esclarecedora y formativa hacia el último tercio de esa década.
Animanga, Domo, Plan B fueron algunos de los principales fanzines dedicados al sector anime y manga en México; y aunque no faltó mucho tiempo para que más publicaciones surgieran, ya sea por haber visto en él un potencial mercado o por otras razones a plantear más adelante (Monos y Pelotas, Nihon Mangazine, El Vigilante, p.e.), solo fue cuestión de tiempo para encontrar ocasionales radiografías en algunos de sus números par que el lector se diera una idea —bajo los criterios de quienes redactaran esas columnas— del estado de ese tipo de publicaciones, como se muestra en el siguiente ejemplo:
Si bien el fanzine fue la base de aquellos que se acercan a estas actividades, su facilidad para adquirirse a bajo costo y el hecho de que quienes las editaban complementan sus habilidades y aptitudes se convirtieron en atributos que se mantuvieron como una constante que aún, y siendo esto mermado por las épocas, continúa batiendo barreras generacionales a partir de una simple máxima: «Por amor al arte».
Como ocurre ahora, ellos en su momento marcharon en una curva de aprendizaje que ante las desventajas de la época —algunos obtenían información vía contactos desde Japón o con servicios de Internet proveída por universidades o con la compra de revistas importadas, los presupuestos en muchas ocasiones eran muy ajustados por la poca cantidad de anunciantes por número que implicaba una recuperación a largo plazo del capital inicial—, su trabajo por mantener al día a los lectores rendía frutos al grado de esclarecer polémicas:
O situaciones que aún con el grado de certidumbre plasmado en sus artículos, el sensacionalismo de los medios masivos de la época terminaron por darles mayor importancia, como el caso del episodio de la serie Pokémon que provocó epilepsia fotosensible a varios niños japoneses y que, como describe el redactor Leonardo Rearte de Alt1040.com, «provocó un debate en todo el mundo y una mala fama a la franquicia»:
E incluso, promoviendo participaciones en un espacio otorgado por las televisoras ante lo que se tenía:
Si bien los fanzines mantenían una integridad en su línea editorial, fue hacia el final de la década (y del milenio) cuando se hizo más notoria una tendencia que sirvió de apoyo para la supervivencia de muchas publicaciones: Mezclar las manifestaciones del ocio de nicho (anime, manga) y darles sus respectivos espacios dentro de una publicación a sus actividades derivadas e incluso, a otros hobbies (literatura sci-fi, cómic, videojuegos, TCG):
Destaco aquí un detalle muy importante: Los fanzines, al ser publicaciones «de fans para fans», no tenían un sistema de distribución para todo el país como las revistas comunes. ¿Cómo lograban, entonces, llegar a muchos estados del país?, la respuesta en pocas palabras se debió a dos factores:
- Los clubes o cofradías de aficionados. Quienes adquirían en las tiendas de cómics y mangas el fanzine de su preferencia.
- Las convenciones de cómics. El único lugar donde podías ver a todos los equipos de diversas publicaciones ofertar sus números, ya sea desde stands propios o desde las representaciones de las tiendas de cómic y manga más importantes de la época (Molo Comics, Comics S.A., Mundo Comic’s, Anime Quest Corp., Cómics «El Tigre», Wakarimasen, IMP Comics).
Años después, muy pocas lograron contar con un sistema de distribución vía suscripción a todo el país (Animanga, Plan B, DOMO, Seinen).
¿Cómo desaparecieron éstas publicaciones?
El periodista José M. Saucedo da una explicación que si bien se redactó hacia las publicaciones informativas sobre videojuegos, esta también puede aplicarse a nuestro particular medio:
[…] ¿qué fue lo que pasó?
La respuesta más simple es una lección histórica, ya que mientras desde afuera se veía crecer y madurar genialmente al medio […], la inmadurez y el protagonismo comenzaron a [gestarse] desde adentro. Malos entendidos, malas intenciones, pésimas decisiones, envidias y corajes hicieron que medios cerraran, se separaran […]. Mientras todo esto ocurría de maneras tan públicas como privadas, la intención de ser el mejor o el más destacado se deformó en una grandísima tendencia donde los medios y sus protagonistas se volvieron predicadores, personas que no sólo creían tener toda la razón, sino que buscaban imponerla entre sus compañeros y su competencia a través de sus lectores y fanáticos.
Ejemplos como la segunda imagen de la entrada bien pudieron se interpretados de esa forma por la competencia. Los dichos y rumores sobre el pique entre publicaciones no se hicieron esperar y si agregamos a esto la llegada de las publicaciones españolas que, bajo una cultura de la lectura que le otorgaba desde hace muchos años un mayor alcance, cantidad, relevancia y presentación en las informaciones, cualquier ejercicio de comparación dejaba muy bien parada a las segundas donde las menciones hacia nuestra región que oscilaban entre ser puntuales a su promoción y la condena de la piratería a sus contenidos.
Esta última situación, por ejemplo, fue lo que obligó a publicaciones como DOMO a implementar estrategias anti-piratería como el uso de diferentes colores en sus páginas para impedir el fotocopiado (como las que ilustran esta entrada), aunque a la larga no evitaron su desaparición ya que golpeaba a las ganancias y presupuesto para futuros números —esto último también ocurría a otras porque llegaba el momento en que los insumos para editarlas se hicieron incosteables— y que revistas como Minami años después reconocieran sacar provecho en esa condena como parte de una estrategia publicitaria en el extranjero.
Pero los factores dentro del ambiente de la publicación no fueron las únicas que representaron la pérdida de muchos títulos en las que autores como Herbert Morales o Alejandro Melchor destacaban por el trato a sus textos explorando las divergencias del fandom u otorgando un enfoque distinto a las reseñas según la época del año en la que hablemos, respectivamente: El tratamiento de la televisión nacional al tema desde la falta de respeto hacia el público con los cambios imprevistos de horario, la censura y posteriormente, con reportajes de investigación (memorable aún hoy el caso de Lolita de La Vega, conductora de TV Azteca) en total despropósito a lo que la oferta de esos canales promovía en años anteriores.
A pesar de las debilidades presentes en un primer momento de este tipo de publicaciones, la mayor parte del tiempo cumplieron a cabalidad su propósito de acuerdo a la época del medio que vivíamos y con la oferta de animación japonesa que la televisión abierta proporcionaba. Dicho en palabras más simples: Aquello que pasaba por la tele, casi de inmediato lo tenías en el siguiente número de tu fanzine favorito, no importando que pasara un mes entre edición y edición,
Las reseñas y primeras impresiones fueron el apoyo de muchos para definirse en los años posteriores, mientras que los artículos de opinión ofrecían un atisbo de cómo se conformaba el grueso de fanáticos, sus inquietudes, sus deseos e incluso, con el riesgo de sonar exagerado, con la certeza de sus autores al vaticinar lo que ocurriría en los años venideros.
Recapitulando, exploramos un poco y descubrimos que el oficio ya existía. También se intentó definirlo acorde al momento en el que estamos, cosa no muy distinta a lo que ocurría en el pasado pero con menos herramientas y procesos distintos en la generación de la información; además de poner algunos ejemplos de quienes ejercían esa práctica que no eran los pocos.
En la siguiente parte haremos un salto temporal y ubicaremos todo en el ahora (o de perdida, a la historia reciente), sus cambios, los actuales promotores e intentaremos dar una respuesta a la pregunta ¿dónde la cagamos? (mi eufemismo que engloba los errores que, en mi opinión, se mantienen/se crearon en el ejercicio en nuestro país y quizás, de nuestra región).
Fuentes: http://elpuercoespin.com.ar, http://otakujournalist.com, Wikipedia, http://blografia.net/vicm3, http://alt1040.com, http://saucedo.wordpress.com/ y YouTube.
Todas las citas se hicieron respetando la autoría de las personas que las escribieron.
mierda que no había sensura en esa Televisora?? ._______.
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[…] you read Spanish? No? Can you use Google Translate? Here’s an article about otaku journalism in Mexico, and I’m referenced in […]
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[…] En México la serie se conoció, primero, por la compra-venta de videocasetes VHS original (y copíados de forma casera), dentro de un mercado semi-legal en las convenciones de la época, en un principio sin subtítulos; además de los artículos que le dedicaban los fanzines de aquellos años. […]
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[…] primer vez que se tocaba un tema del medio y fandom animanga que no fuera un reportaje breve, como los hechos al final del siglo XX o en diversos momentos del XXI, hasta […]
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[…] que leerán, es un ejemplo podré utilizar en la saga de entradas sobre periodismo otaku en México (que de retomar en el futuro), respecto a los vicios que atañen en esa faceta a los actores de […]
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[…] Maya—aka Gaby Manga—was a trailblazer of manga publication in Mexico, co-founding popular fanzine Animanga in the mid ’90s alongside Adalisa Zarate. A force within the industry between 1992 and 2004, Maya […]
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muy buen trabajo sobre el tema, muy profesional, saludos desde argentina,
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Gracias por tu comentario.
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